Estos días son
propicios para experimentar un poco en la cocina y hacer algo diferente, aunque
mi especialidad es el arroz y mis tentativas siempre van en esa dirección. Comenté
en el artículo anterior que Kimura había vuelto y que le ha cogido el asunto
del confinamiento por el "coronavirus" aquí en casa, así que hay que cocinar a
diario para tres. Un día le toca a mi esposa ejercer en la cocina y otro día me
toca a mí, Kimura ayuda haciéndonos compañia en la cocina y repite que se
lamenta por no poder hacer nada debido a que no conoce los productos de nuestra
cocina.
Hoy, mientras yo
preparaba algunas cosas, Kimura bebía con placer una copa de vino de Jumilla,
le encanta y siempre suele ocuparse de que haya alguna botella a mano.
─¿Vas a improvisar? ─preguntó.
─Sí, ya sabes que
siempre lo hago, es un gusto introducir algunos toques, algunas modificaciones y
ver qué sucede. Aunque juego con la seguridad de que saldrá bien ─añadí
sonriendo.
Kimura se acercó y
abrió el frigorífico:
─No sé, no sé... Aquí
veo unas morcillas, ¿con eso puedes hacer algo?
─¡Hombre, claro! ¡Un
arroz con morcilla! ─contesté rápido. Y lo voy a preparar en poco tiempo. ¡Vamos
a ver!
Fui a ponerme la mano
en la cabeza en actitud pensativa pero rápidamente desistí al acordarme del “coronavirus”.
Después le dije:
─Saca esas, morcillas,
un trozo de cebolla y un pimiento verde del cajón de las verduras y mira en la
despensa a ver si hay caldo de pollo en tetrabrick.
Afirmó con la cabeza
y lo puso todo encima de la mesa, así como la cebolla y el pimiento.
─¡Ah! Y ahora ajo, tres
o cuatro dientes. Un poquito de pimentón de la Vera y algo de pimienta y sal. ¡Claro,
y el arroz!
─¿Con esas cosas nada
más? ─pregunto Kimura extrañado.
─¡Y sobra! ¡Ya verás!
Encargué a Kimura cortar
la cebolla muy finita y el ajo también, mientras puse un chorro, no demasiado, de buen aceite en la sartén y comencé a calentarlo.
─Voy primero a dorar
la cebolla y el ajo y tú puedes cortar el pimiento en trozos de un centímetro cuadrado o algo mayores.
Comenzó a reír y dijo:
─¿Necesito una regla
o un calibre?
No hice caso de su
broma y seguí moviendo el sofrito. Cuando ya estaba a punto incorporé los
trocitos de pimiento verde.
─Ahora cortaré yo las
morcillas en rodajas de un centímetro y medio.
Corté las morcillas y
después, con sal y pimienta lo eché todo a la sartén. Olía ya de maravilla,
cosa que no le pasó desapercibida a Kimura. Sumé el arroz a todo, lo deje
sofreír un par de minutos, puse el pimentón.
Me avisó Kimura de
que el horno ya estaba caliente a los 200º previstos. El caldo también estaba
caliente en una olla aparte.
Mi amigo ayudó a
volcarlo todo cuidadosamente sobre un recipiente de cristal resistente al fuego
del horno, dejando un poco de caldo en reserva.
Lo metimos en el
horno durante media hora. Ahora tomamos otra copa para esperar la
media hora preceptiva.
¿Cómo salió? ¿Queréis
saberlo?
¡Espectacular!
¡Riquísimo!
Doy fe de que el arroz con morcilla está riquísimo. Y eso sin beber Jumilla.Jajajaaaa
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