Me contaba Kimura que
una forma de animarnos es animar a los demás, que basta con dar energía y
fuerza a los demás para que nosotros sintamos también un reconfortante influjo.
Dijo que en Japón en
muchos centros escolares y en muchos de enseñanza superior había lo que se
llamaban algo así como “brigadas de animadores”. Eran unos alumnos elegidos
periódicamente para recibir a la entrada a sus compañeros, solían ir con
uniformes llamativos, formaban un pasillo de dos filas paralelas y por ella
pasaban todos los estudiantes que entraban al centro de estudios.
─¿Y que hacían esos
animadores? ─le pregunté.
─Pues les gritaban frases
y expresiones de ánimo mientras pasaban por ese corredor de uniformados. Decían
cosas como: ¡Animo, adelante!, ¡Hoy será un día estupendo! ¡Aprenderemos mucho!...
Y los que van entrando también contestan, a gritos, dando respuestas positivas.
Un poco sorprendido
le dije:
─Es curioso, nunca
había oído hablar de nada parecido.
─Te sorprenderá más oír
que eso no solo se hacía en instituciones de enseñanza también se hacía en
muchas fábricas y lugares de trabajo. Y tenían el mismo propósito: estimular, motivar,
dar dinamismo a los que incorporaban a la tarea de cada día. Así la emprendían
con una mayor carga energética.
─Sí, con las “baterías
cargadas”, ¿no?
─Cierto, sí, ese recibimiento
matutino contribuía a “cargar las baterías” ─Kimura añadió sonriente.
Aún me quedaba alguna
duda y le pregunté:
─¿Y eso daba
resultado?
─Creo que sí, al
menos en un tanto por ciento apreciable. A nosotros nos gusta hacer
estadísticas y encuestas así como analizar detenidamente los resultados de todo
lo que hacemos. No te quepa la menor duda de que era una cosa que aportaba
beneficios.
─¿Todavía se sigue
haciendo?
─La verdad es que no
lo sé, este siglo XXI nos ha traído muchas novedades y cambios, pero supongo que
en muchos sitios seguirá la costumbre.
Ciertamente que es muy positivo animar y que te animen con palabras positivas. Tener a tu lado personas que te den animo es extraordinario. Lo se por experiencia. Gracias Ignacio y hazlas extensivas a tu amigo Kimura
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