Me desperté temprano
porque había oído ruidos en la cocina, enseguida pensé que Kimura se había
levantado y estaba haciéndose el desayuno. Estuve dándole vueltas a si me
lavantaba o me quedaba acostado, pero al final la curiosidad pudo más y dejé la
cama para ir a ver qué estaba haciendo Kimura.
Lo encontré comiendo
una cosa desconocida que desprendía buenos aromas, aunque no era hora propicia para
esos olores. Observé que el horno estaba caliente.
─¿Qué se te ocurrido
para desayunar? ─le pregunté ávido.
Esperó unos segundos para
terminar el suculento bocado y dijo:
─Desperté muy
temprano y se me ocurrió una idea para hacer hoy la comida pero quería
experimentarla antes y eso he hecho.
─¿Y cual ha sido tu
idea? ─inquirí.
─Ha salido muy
bueno, de verdad ─respondió casi a modo de excusa.
─Pero, ¿qué has
cocinado? Ya veo que has utilizado el horno.
─Sí, he usado un
pequeño recipiente para horno, he puesto en el mismo unos macarrones, después
unas rodajas de puerros, unos trozos de patata finos, unas tiras de pimiento
verde y dos trocitos de ese chorizo bueno que tenéis ahí.
─¿Y qué has hecho con
todo eso? ─le dije impaciente.
─Eso, sí... Casí lo
cubrí todo con cerveza y le añadí algo de aceite más sal y pimienta. Bueno,
también le puse unas gotas de salsa “worcestershire”. Y ha salido muy bueno ─repitió.
─¿Cuánto tiempo lo has tenido
en el horno?
─Creo que veinte, o veinticinco,
minutos a 200º ─contestó.
Reí mirándole y le
dije:
─Desde luego eres un
extraterrestre, eres irremediable.
Comenzó a
desternillarse de risa y cuando paró un poco, farfulló con su peculiar acento:
─Mira lo que dice Sánchez-Drago
hoy ─Y me pasó el siguiente enlace mediante un WhatsApp: «Japoneses, mis marcianos favoritos».
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