miércoles, 29 de abril de 2020

A tenor de los cambios que vienen


     Kimura me decía, sorprendido, esta mañana mientras estábamos desayunando en la cocina:
     ─¡Jamás he visto tanto interés ni tantas personas afanadas en la tarea de cambiar el mundo! Parece como un nuevo mantra que la gente ha adoptado y hay que cambiar el mundo sea como sea.
     Comencé a reír al ver la pasión que ponía mi amigo en lo que decía, era cosa rara, pues como buen oriental suele ser de manifestaciones calmosas. Para intentar provocarlo un poco más le comenté:
     ─Además, la gente quiere cambiar el mundo como el que cambia de sábana o como el que le da al botón del mando de la tele. No veo que nadie se plantee que para cambiar el mundo tenemos que cambiar nosotros.
     Kimura siguió en tono vehemente:
     ─¡Eso! ¡Queremos cambiarlo todo sin cambiar nosotros mismos! ¡Lo demás debe cambiar, los otros deben cambiar! ¡Es terrible! Y no habrá cambio posible ni aceptable si los humanos, uno a uno, no cambiamos. ¡Somos nosotros, todos, los que primero debemos cambiar!
     Intenté azuzarlo para que siguiera en plan pasional y añadí en tono pausado:
     ─Desde luego, tienes toda la razón. El que manda quiere cambiar a los que obedecen, los que obedecen quieren cambiar a los que gobiernan. Las feministas dicen que los hombres tienen que cambiar y los hombres dicen que las mujeres... Y ahí comienza un juego diabólico de presiones y de intimidaciones. ¿No es así?
     ─¡Cierto, así es! ─su respuesta ya fue más serena─. Hay una cuestión en la que apenas se piensa y es muy importante en todo este asunto del cambio y de los cambios.
     ─¿En cuál? ─pregunté ávido.
     ─Pues en que no comprendemos, ni se quiere comprender, que nadie tiene derecho a obligar a cambiar a los demás. Y lo repito, nadie puede obligar a los otros a cambiar ─pronunció con énfasis.
     ─En este aspecto opino exactamente igual que tú. Todo aquel que trate, con más o menos violencia, cambiar a los seres humanos es un repugnante dictador. Me rebelo totalmente contra eso. Pienso que el entendimiento, la razón, la convicción... deben ser los instrumentos para impulsar las transformaciones humanas.
     Hizo una de sus pausas largas y al cabo de un rato terminó diciendo:
     ─Hay que entender y asumir muy bien que es el hombre el único ser que tiene la capacidad exclusiva de cambiarse a sí mismo. Y únicamente así cambiará el modo, la manera y el comportamiento del común vivir. Creo que es evidente que las estructuras sociales no se pueden variar ellas solas, la variación y los cambios lo hacen los hombres. Y también son los humanos los que las mantienen y padecen por eso si no cambian los hombres nada se alterará.
     Quedé callado pensando y dije para mí: ¿Queremos cambiar el mundo?... Sí, pero tendremos que empezar ─inevitablemente─ por nosotros mismos. Y ahora; sin más dilaciones.


3 comentarios:

  1. Cómo me ha gustado el escrito de hoy, me parece muy profundo a la vez que muy claro, es una guía de lo que hay que hacer para cambiar uno mismo si se quiere cambiar el modo, la manera y el comportamiento del común vivir.
    Por otro lado me ha encantado que "pinches" un poquito a nuestro amigo Kimura.

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  2. Pilar Nacarino Moreno29 de abril de 2020, 16:30

    No se si entiendo bien a tu amigo Kimura, lo que si se, es que nadie tiene derecho a intentar cambiar a los otros, cada uno es como es, y piensa como piensa, y así si quieres lo aceptas o lo rechazas.Lo que si podemos, afortunadamente es cambiar uno mismo, digo afortunadamente porque se puede cambiar y crecer como persona humana, honesta, leal, aunque también existe la posibilidad de cambiar a peor, ese riesgo hay que asumirlo.

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  3. Es difícil, pero si que pienso que puede haber cambio. Tal vez no sea repentino, ni violento. Pero todo lo que ocurre requiere reflexión...

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