Llevo varios días
haciendo mis cábalas prospectivas. Ya he hablado alguna vez de la
"Prospectiva", quizás vosotros sepáis que la prospectiva es la ciencia
(?) que intentar anticipar los potenciales escenarios en los que se
desarrollará el porvenir. No obstante,
un estudio prospectivo necesita muchos datos y exige tiempo y calma, un estudio
prospectivo precipitado es erróneo casi por definición.
Pero, aún contando
con los riesgos inherentes a toda predicción, me atrevo decir que el paisaje
que se va a presentar en muy poco tiempo ante nosotros es pesimista. Y digo
pesimista haciendo muchas concesiones, pues realmente pienso que va a ser
aterrador. Hay aspectos que nos pasarán una factura de muy elevado valor, el
primero es que en España se ha reaccionado con lentitud e ineficacia y, además,
con poca rotundidad; nada más hay que recordar que la OMS ─e incluso la propia
China─ pedían que se adoptaran, con rapidez, medidas contundentes.
Probablemente ─y es algo bueno─ estamos
subiendo en la escala de conciencia ciudadana (aunque de esto habría mucho que
hablar, pero mucho) y que este incremento de nivel de conciencia propicie que la velocidad de
los contagios disminuya (¿Un 5%, un 10%?), pero hay que dar tiempo al tiempo
para tener datos reales y conocer sus efectos. Ahora ─a destiempo, por el
número de muertos─ se están moviendo más recursos pero, por contra, los
profesionales de todos los sectores, que son nuestras grandes piezas en este
juego mortal, están disminuyendo por los contagios.
Creo que lo que está
por llegar ─lo que viene─ en los próximos días es bastante horrible. Habrá
mucha gente que perderá a amigos y parientes; y que otros muchos ─casi la mayoría─
cogerán el 'coronavirus' con mayor o menor intensidad, esto nos llevará a vivir
en un estado de angustia interna (y a veces externa) de enormes dimensiones.
¿Qué se me puede
ocurrir deciros? Lo único que sé es que debemos, a toda costa, mantener la
serenidad, la calma. Creo que es el único antídoto que tenemos por ahora a
nuestro alcance, es nuestra mejor opción. Aunque no sepamos dar una receta
precisa de cómo hacer para mantener la calma.
Así lo veo, de ésta
se saldrá utilizando todo el aplomo y la entereza que seamos capaces de poner
sobre el tapete. Intentemos ayudar, como sea y como podamos, a los demás. Y sin
entonar ─de ninguna manera─ el "sálvese quien pueda", pongamos
también sobre ese tapete nuestra indiscutible y connatural capacidad de
supervivencia.
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