Me llamó una amiga
para hablar.
Era muy temprano pero
me dijo que estaba segura de que yo estaría despierto. Le respondí que sí, que
estaba ya levantado y espabilado. Fue una mentira piadosa y comprensiva; sólo hacía
unos minutos que había abierto los ojos y aún tenía los entumecimientos típicos
del despertar.
Le pregunté cómo se
encontraba y me lanzó un ristra de lamentaciones que no había por donde cogerlas.
Detrás del teléfono sonreí. En realidad era su naturaleza, su carácter, la
queja y el lamento la han acompañado casi siempre. Ahora el núcleo de sus casi
gemidos era la vida en clausura ─la que todos llevamos─ creada por el “coronavirus”.
Sabía que tenía que
dejarla hablar durante un rato y que durante ese tiempo mi silencio debía ser
total; únicamente algún murmullo leve o un escueto ‘sí’ para que supiese que yo
continuaba al teléfono.
Pasaron, creo, diez o
quince minutos antes de que pudiese hablarle. Le dije:
─La situación de todos
es parecida, pero voy a admitir que la tuya es más grave que la de la mayoría
de la gente, ¿no te das cuenta de que no te puedes quedar a merced de toda esa
serie de lamentaciones? ─e insistí─. ¿No ves que esa quejumbre te hunde cada
vez más?
Quizás mis palabras
no fueron un modelo de diplomacia, pero así salieron. Aunque el tono fue suave.
─Pero, no puedo, no
puedo... ¿qué hago? ─preguntó con un pequeño lloro.
Intenté ser más delicado:
─Tienes que convencerte
que estar todo el día viendo lo oscuro te lleva sólo a la oscuridad, lo negro
te lleva a lo negro, al abismo... Pensar en términos de terror te conduce
directamente a nuevas calamidades, eso solo sirve para atraer más desastre al que
ya hay.
─Sí, sí, pero... ¿qué
hago? ─repitió de nuevo.
Me atreví a decirle:
─Lo primero que debes
hacer es convencerte de que no puedes cambiar los acontecimientos y que debes
vivir hoy, ocúpate del tu día de hoy, intenta no pensar en mañana.
Como hablando sola
exclamó:
─¡Si consiguiera no
preocuparme tanto del mañana!
─¿Quieres saber cómo
puedes lograrlo? ─le pregunté.
─¿Cómo?
─Tú tienes un montón
de recuerdos hermosos, recréate en ellos, rescátalos de tu memoria. Mira la
hermosura del sol o el azul del cielo, busca una flor bonita en tu jardín, mira
la sonrisa de un niño... Contempla todo lo bueno que hay a tu alrededor...
Sin verla podía
adivinar que tenía un pañuelo en su mano.
─¿Piensas que quizás busco
la felicidad demasiado lejos de mí?
─La felicidad es un
asunto raro, es como una gorra que llevamos puesta, no la vemos y, sin embargo,
ahí está, ahí la tenemos, en la cabeza, ¡muy cerca!
La note más tranquila
al decirme:
─Mañana te llamo,
¿vale?
Un buen amigo siempre está ahí para lo bueno y para lo malo.
ResponderEliminarYo le habría dicho que la felicidad cada persona la lleva puesta, es como un traje, que tu puedes ponerte, y quitarte. Me encanta que le dijeras lo de los recuerdos, yo siempre he pensado que si llego a vieja, no me aburriré jamás, viviré con mis recuerdos y mis sueños, ahora también vivo un poco así, y casi todos los días voy vestida de felicidad.
Tu amiga habrá quedado encantada y feliz, tienes esa cualidad, tranquilizar a la gente es un don que no todo el mundo tiene. ����
Tus palabras me suben la moral, me hacen creer que mis pequeños textos sirven para algo y para alguien. Eso me da fuerzas para ─mañana─ intentarlo de nuevo y hacerlo mejor aún. Gracias. Besos.
EliminarMe acabas de confirmar lo buena gente que eres Ignacio... me siento orgullosa de ser tu amiga.
ResponderEliminarYo a tu amiga, le recomendaría una frase "No te preocupes y mejor ocúpate" o en otras palabras, terapia ocupacional.
Muchas gracias Carmen, espero que todo este drama acabe y pueda tener el placer de conocerte "in person".
EliminarCon mis escritos intento ayudar y pienso que si logro que un par de personas se sientan reconfortadas después de leerme ya me doy por muy satisfecho. Gracias, otra vez.
Importante escuchar y buen consejo.
ResponderEliminarGracias Paloma. Besos.
EliminarEspero que pronto podamos vernos y, al menos, disfrutar de un buen gin-tónic.
Pues si, eres un buen amigo y además una persona con empatía y poco egoísta, porque ya cada uno tenemos suficiente con la que está cayendo que también tenemos nuestros momentos y lo que menos te apetece es seguir escuchando negatividades sin embargo tu la escuchaste y además la animaste y diste buen consejo, pues.. Que voy a decirte por eso os quiero tanto. Un abrazo enorme y espero volver a ir a veros cargadita de chacina extremeña. ��
ResponderEliminar