Este año que termina ha sido duro, un camino lleno de pruebas que a veces parecen estar muy por encima de nuestras fuerzas. Sin embargo, al mirar atrás, siempre encontramos algunos destellos de luz: la unión familiar que se fortalece en la dificultad, las pequeñas alegrías que se convierten en tesoros y el amor entre todos, que persiste y da sentido incluso en los días más oscuros.
La enfermedad nos recuerda nuestra fragilidad, pero también nos desafía a redescubrir la profundidad de nuestra confianza y la inmensa capacidad del corazón humano para resistir. En medio del dolor, seguimos teniendo esas anclas y nuestra brújula y nuestra razón para seguir adelante.
El año próximo puede traer retos mayores, pero cada nuevo amanecer es una oportunidad para elegir la esperanza. Aunque el camino sea incierto, confiamos en que no caminamos solos. Hay algo que nos sostiene, y el amor compartido, aunque marcado por lágrimas, es una fuerza que renueva el alma.
Sigamos luchando, no solo por vencer, sino por vivir plenamente cada momento posible, honrando la vida que nos une. Que el año venidero, aunque difícil, sea también un tiempo de aprendizaje, de fortaleza y, sobre todo, de amor. Juntos, y un día detrás de otro, podemos seguir adelante.
¡FELIZ AÑO PARA TODOS!

No hay comentarios:
Publicar un comentario