lunes, 2 de diciembre de 2024

Un libro para llevar a una isla desierta

      Hace un par de días mi cuñada me regaló un libro al que le vi, con sólo una hojeada, una excelente pinta. El título ya trasmitía un sabor inconfundible: La sabiduría de lo incierto de Joan-Carles Mèlich. Aún no lo he acabado del todo. Es de los libros complicados de finalizar su lectura, de los que siempre nos invita a volver atrás. El autor nos induce a reflexionar sobre un aspecto fundamental de la existencia humana: la incertidumbre. A lo largo de todo lo que leído, Mèlich nos propone abandonar la búsqueda de certezas absolutas y abrazar la fragilidad que define nuestra vida. Con un lenguaje profundamente filosófico pero tremendamente accesible, nos presenta un enfoque que combina ética, literatura y pensamiento crítico.

      Uno de los pilares de la obra ─y tiene varios─ es la idea de que vivir implica aceptar que no todo tiene respuestas definitivas. Esta pretensión desafía las perspectivas tradicionales que intentan imponer verdades inamovibles, ya sea desde la religión, la ciencia o incluso la filosofía. Según Mèlich, no viene a decir que las certezas absolutas simplifican en exceso la complejidad de la existencia y nos alejan de nuestra verdadera humanidad.

      El autor repudia el pensamiento dogmático, y critica a esos sistemas que pretenden tener la última palabra sobre lo que somos y de cómo debemos vivir. Frente a esta rigidez, él propone una “ética de la incertidumbre”, una forma de vivir basada en la apertura al cambio, la sensibilidad hacia los demás y la aceptación de que no siempre habrá respuestas claras. Esta ética, según Mèlich, no está escrita en normas universales, sino que debe adaptarse a cada situación concreta, al contexto, obligándonos a ser reflexivos y empáticos.

      Sin duda la literatura ocupa un lugar central en su propuesta. Para Mèlich, las historias y narrativas literarias son esenciales porque tienen la capacidad de captar la complejidad y ambigüedad de la vida, algo que otros discursos, como el científico, no pueden hacer de la misma manera. Afirma que la literatura nos conecta con lo más humano: nuestras contradicciones, dudas y emociones.

      Otra idea importante que podemos encontrar en el libro es la del "humanismo trágico". Joan-Carles Mèlich sostiene que vivir implica enfrentarnos al dolor, la muerte y la incertidumbre sin recurrir a verdades reconfortantes o ilusiones absolutas. Aunque esta perspectiva puede parecer pesimista, el autor sugiere que en esta vulnerabilidad radica la auténtica belleza de ser humanos.

      El autor, con un singular estilo fragmentario y reflexivo, no nos despeja caminos, ni nos da respuestas fáciles, pero nos invita a repensar nuestras convicciones y a encontrar en la incertidumbre un espacio fértil para el crecimiento personal. Es un libro en el que se nos insiste que, al final, aceptar lo incierto no es un acto de debilidad, sino de valentía y sabiduría.

      Sí, sin duda, es para paladearlo en el silencio y la soledad de una isla desierta, cuando no tengamos ningún otro libro a mano. Y, desde luego, muy recomendable para aquellos que gustan de complicarse la vida un poco.

4 comentarios:

  1. Prefiero despejar incógnitas, poniéndome en la situación menos favorable, que hacer parada y fonda en la incertidumbre.

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  2. A mí, la incertidumbre, como que no me va.

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  3. Tiene buena pinta, según lo describes.

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  4. Es un libro para pensar y todavía hay mucho calor de todo tipo en España para eso, nosotros somos más de playa, sol y cervecita.

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