
Siempre he sido un obseso de la entropía, posiblemente sea el concepto físico que más me ha impactado en toda mi vida. Ustedes dirán ¿qué es eso de la entropía? Así, para empezar, se trata un concepto fundamental de la física que describe el grado de desorden o aleatoriedad en un sistema. Atentos a eso: grado de desorden (desorganización) de un sistema.
La entropía ha sido tradicionalmente asociada a procesos físicos. Sin embargo, en las últimas décadas, científicos y filósofos han comenzado a explorar la posibilidad de extender este concepto a los espacios de la mente y la conciencia. Desde luego, la relación entre la entropía y la conciencia es un tema asombroso y complejo que ya ha generado grandes debates en la comunidad científica y filosófica. Aún queda mucho por investigar, pero esta conexión (o posibilidad de conexión) ofrecería una nueva perspectiva para comprender la naturaleza de la mente y la conciencia. Al explorar esta relación, quizás podamos acercarnos a responder algunas de las preguntas más fundamentales sobre la naturaleza de la existencia humana.
Es sabido que el cerebro humano es uno de los sistemas más complejos conocidos. Con miles de millones de neuronas interconectadas, es capaz de generar una rica variedad de estados mentales, desde pensamientos simples hasta emociones complejas y experiencias conscientes. Esta complejidad intrínseca sugiere que la mente podría ser considerada un sistema de alta entropía.
También conocemos el hecho de que la conciencia no es estática; en primera aproximación podemos decir que es un flujo constante de pensamientos, sensaciones y percepciones. A medida que la mente explora nuevas ideas y experiencias, el grado de desorden interno aumenta. Este dinamismo constante podría interpretarse como un aumento continuo de la entropía mental. Sin embargo, esta aparente falta de orden no es caótica, sino más bien una manifestación de la flexibilidad y adaptabilidad de la mente.
Pero es curioso ─y muy importante─ que a pesar de este constante flujo entrópico, los seres humanos somos capaces de poner un cierto orden en nuestra experiencia mental. Organizamos nuestros pensamientos, creamos estructuras cognitivas y construimos modelos del mundo que nos permiten navegar por la complejidad de la realidad. Y está, además, la capacidad de encontrar patrones en el caos que es una característica fundamental de la inteligencia humana.
No cabe duda de que la idea de que la conciencia esté relacionada con la entropía puede tener, tiene, profundas implicaciones para nuestra comprensión de la mente. Podría sugerir, por ejemplo, que la conciencia es un proceso disipativo, que requiere un constante flujo de energía para mantenerse. Además, podría ofrecer nuevas perspectivas sobre fenómenos como la creatividad, la depresión y el envejecimiento.
En fin, el aumento de entropía nos hace viejos...
Pero lo que es completamente cierto es que esta conexión también plantea numerosos desafíos. Uno de los principales sería el de la dificultad de medir la entropía mental, ¿cómo se podría medir la entropía de la mente?, la entropía física puede cuantificarse con precisión, pero la entropía mental es mucho más evasiva e inconcreta. Además, creo que la naturaleza subjetiva de la conciencia dificultará mucho cualquier estudio científico.
La entropía no disminuye en nada, va a más.

Una cuestión complicada, hay que afinar. La gente común nos dedicamos a pensar en cosas más pedestres.
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