
¡Ay! ¡La Nochebuena! Ese momento mágico del año en el que las familias se reúnen, las mesas rebosan de manjares. Para mí, este año, es también el momento de reflexionar sobre lo que significa estar vivo... porque estoy bastante seguro de que mi espalda hoy no lo está.
Sí, mis queridos amigos, esta Nochebuena me encuentro atrapado en un vals incómodo entre la silla del comedor, el sofá y cualquier superficie plana que prometa una pizca de alivio a mi devastada columna. Mientras otros se deleitan con turrones diversos y brindis, yo me convierto en un espectáculo digno de un Belén viviente: el pastorcito cojo que intenta levantarse con su bastón sin maldecir al universo.
Preparar la comida ha sido una odisea épica. Cortar entremeses sobre la encimera es ahora una actividad tan emocionante como escalar el Everest. "¿Por qué no te sientas?" sugiere con condescendencia mis hijos y nietos, como si no supieran que sentarme es el equivalente a enfrentarme a un maleficio medieval. Claro, sentarme ayuda... pero sólo si tu idea de "ayuda" incluye dolor punzante y la sensación de que alguien está tocando un tambor en tus nervios.
El verdadero regalo de esta Navidad no está bajo el árbol, el regalo es esa mantita electrica que enchufo rato sí y rato no, siguiendo un ritual que bien podría considerar mi Nochebuena Fitness Plan.
Por supuesto, los niños no entienden de lumbalgias ni de la paciencia que implica sobrevivir con una espalda traicionera. "¡Abuelo, vamos a jugar al suelo!" gritan emocionados, ajenos a que para mí el suelo es ahora un enemigo jurado. Les sonrío desde mi trinchera en el sillón, mientras sus padres me lanzan una mirada de "déjate de dramas y baja al suelo".
Pero no todo es lamento. De cierto modo, esta lumbalgia me ha enseñado algo: la Navidad no se trata de correr, cargar regalos o decorar. Se trata de resistir. De encontrar alguna alegría entre un doloroso espasmo y otro, de reír cuando alguien te dice que hagas un brindis pero no tienes fuerzas ni para levantar la copa.
Así que aquí estoy, brindando (mentalmente) por todos los que, como yo, celebran esta Nochebuena entre villancicos y quejidos. ¡Felices fiestas! Y que el próximo año nos traiga salud, fuerza... y un buen fisioterapeuta.

Queridido Ignacio . Comparto tu dolor. Muy frustrante desde luego. Pero te deseo a ti y todo la familia Merry Christmas.
ResponderEliminarojalá desaparezca esa lumbalgia ! ya sabes que ayuda mucho no pensar en ella . Feliz Nochebuena Ignacio Lely &Family !!
ResponderEliminarQueridos amigo;he de preguntarte una cuestión, necesariamente, antes de poder evaluar la carga de "cuentitis abuelitis" que hay en tu lumbalgia. ¿Algún nieto te ha pedido que vayas con él a jugar al baloncesto o al fútbol?
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Amigo sabio. Creo que exageras un poco. Feliz Navidad a toda la familia
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