
Don Ramón, con su suéter verde de renos y un gorro de Santa Claus que su nieta le había obligado a usar, estaba cómodamente hundido en su sillón favorito. Sobre la mesita, un plato con galletas con chocolate a medio comer y un vaso de leche tibia completaban la escena. En la televisión, la cadena local transmitía un especial navideño sobre la fauna del Ártico: focas jugando entre témpanos y morsas descansando en playas de hielo. El ambiente en su salón estaba impregnado de cálida nostalgia.
De pronto, algo interrumpió la paz. Ramón sintió un leve cosquilleo en la nuca, esa sensación que uno tiene cuando algo no está del todo bien. Giró la cabeza hacia la puerta de su habitación, que daba a un pasillo sumido en sombras. Allí, entre la penumbra, estaban ellas. Un grupo de cucarachas lo observaba en formación cerrada, perfectamente alineadas, como soldados en espera de órdenes. Pero esta vez, no eran sólo las cucarachas, cada una llevaba una carga de diminutas piezas entre las patas: bolitas de color, lentejuelas brillantes, abalorios variados y unas cuantas incluso arrastraban lo que parecían migajas de algodón. Ramón parpadeó, incrédulo.
Volvió la vista a la pantalla, donde un oso polar avanzaba entre la nieve, y luego regresó a la puerta. Las cucarachas no se habían movido. Se quedaban ahí, inmóviles, sus antenas oscilando suavemente, como si escucharan el eco de algún villancico lejano. Ramón sintió un sudor frío en la frente.
—¿Esto es real? ¿O he comido demasiadas galletas de chocolate? —murmuró, tocándose el pecho para comprobar que su corazón aún latía.
Por un momento, todo parecía suspenso, como si el tiempo se hubiera congelado. Ramón esperó a escuchar un sonido: un cascabel, una campana, tal vez hasta el "jo, jo, jo" de Papá Noel. Pero en lugar de eso, un extraño pensamiento cruzó por su mente: “¿Y si esto es una invasión navideña?”
Los ojos del anciano se movieron nerviosamente por el salón. Calculó las probabilidades: ¿podría atrincherarse detrás del árbol de Navidad? Tal vez usar las luces como una barrera electrificada improvisada. Luego miró hacia la ventana; podría ser su única vía de escape, aunque la idea de enfrentarse al frío invernal lo hizo estremecer.
Con manos temblorosas, tomó el teléfono fijo de la mesita.
—¿Emergencias? —dijo con voz temblorosa cuando la operadora respondió. —Necesito ayuda… ¡Hay cucarachas navideñas! Están organizadas, llevan adornos.
Del otro lado de la línea, el silencio fue inmediato. Finalmente, la operadora respondió, su tono mezclando confusión y paciencia.
—Señor, ¿podría repetir eso? ¿Adornos?
Ramón abrió la boca para insistir, pero entonces un movimiento en la puerta lo dejó petrificado. Las cucarachas habían comenzado a moverse, no hacia él, sino en filas perfectamente coordinadas hacia el árbol de Navidad. Con una destreza inquietante, comenzaron a subir por las ramas, dejando todos los abalorios y las migas de algodón en su camino, como si estuvieran decorándolo.
Por un instante, don Ramón no supo si debía gritar, reír o simplemente dejarse llevar por el espíritu de la locura. Colgó el teléfono con manos temblorosas y observó cómo su árbol terminaba de adornarse con una precisión que hubiera hecho llorar de emoción a cualquier diseñador de escaparates.
Esa noche, don Ramón no durmió. Sentado en su sillón, observó a las cucarachas trabajar en su extraño ritual navideño hasta que el primer rayo de sol iluminó el salón. El árbol brillaba con una mezcla única de luces, oropeles, y… restos de algodón.
Al día siguiente, cuando los niños llegaron para abrir los regalos, Ramón no dijo nada sobre las verdaderas responsables del esplendor del árbol. Pensó que a partir de esta Navidad, dejaría adornos brillantes y bolas de algodón colocadas cerca del pasillo oscuro, por si sus ayudantes navideñas decidían volver.

Pues a mí me ha gustado y lo veo muy original, pero quizás me hubiese gustado más con otro animalito, en fin, todo tiene un sentido.
ResponderEliminarDesde luego eres original. ¿Quién hubiera elegido a unas cucarachas como portadoras del espíritu navideño ? Solo Kafka… y tú.
ResponderEliminar¡Es verdad...!😂😂😂😂
EliminarMe gusta tu cuento, y si que me parece original.
ResponderEliminarLa Navidad es tan especial, que puede pasar de todo, incluso puede hacer que la gente sienta verdadero amor por los demás.