
Esta mañana al leer la hoja del calendario me dí cuenta que hoy celebrábamos el día de San Juan de la Cruz (1542-1591) poeta que marca el máximo punto de fervor en nuestra literatura mística; un excelente personaje para completar mi año con un mínimo de 40 entradas en este blog, como me había propuesto.
En la actualidad es difícil encontrar algún joven que haya oído hablar de este santo escritor. A mi juicio, la marginación de la literatura mística representa una pérdida significativa, especialmente en lo que respecta al reconocimiento de figuras muy importantes y, en concreto, a San Juan de la Cruz como uno de los máximos exponentes de este género. Estoy convencido de que esta exclusión se manifiesta en varios niveles: desde la insuficiencia de su presencia en los planes de estudio hasta la tendencia a considerar la literatura mística un fenómeno periférico, limitado a contextos religiosos o históricos, sin reconocer su profunda riqueza que se extiende desde lo literario a lo filosófico. La obra de San Juan de la Cruz trasciende lo teológico, ofreciendo una exploración universal del alma humana, el lenguaje poético y las experiencias límites del ser.
En mi opinión, la literatura mística, con su poderosa capacidad para vincular lo humano con lo trascendente, debería ocupar un lugar relevante en los estudios literarios, no sólo como patrimonio espiritual, sino también como una fuente de innovación formal y temática que influyó en tradiciones posteriores. Al ignorarla lo que se hace es perpetuar una visión parcial de la historia literaria y nos priva de la oportunidad de estudiar textos de una profundidad y belleza incomparables.
Nacido como Juan de Yepes Álvarez en Fontiveros (Ávila) fue un religioso, poeta y reformador del Carmelo. Su vida estuvo marcada por su profunda espiritualidad y una búsqueda incansable de la unión con Dios, temas centrales en su obra. Ingresó en la orden de los carmelitas en 1564, adoptando el nombre de Juan de San Matías, pero su camino cambió al conocer a Santa Teresa de Jesús. Inspirado por ella, se unió a la reforma del Carmelo, comprometiéndose con la austeridad y la contemplación. Adoptó entonces el nombre de Juan de la Cruz.
La reforma provocó tensiones dentro de la orden, lo que llevó a su encarcelamiento en Toledo en 1577. Durante esta etapa, en condiciones de extrema adversidad, escribió algunos de sus poemas más célebres, como el Cántico espiritual y la Noche oscura del alma, obras. que exploran la purificación y la unión mística con Dios. Además de su poesía, San Juan dejó una obra en prosa que incluye comentarios espirituales como Subida del Monte Carmelo y Llama de amor viva. Su estilo combina una hondura teológica con una lírica sublime, marcada por imágenes metafóricas y un gran contenido simbólico.
Beatificado en 1675 y canonizado en 1726, es proclamado Doctor de la Iglesia en 1926. San Juan de la Cruz permanece como una figura clave de la espiritualidad cristiana y de la literatura universal.
Es que en los días que vivimos parece que todo lo que tenga que ver con la mística, por sus connotaciones religiosas, es antediluviano y retrógrada!!
ResponderEliminarEs una desgracia de las muchas que vamos padeciendo!!
Enhorabuena, amigo mío y gracias por lograr tu ambicioso objetivo de 40 entradas, que sepas que tienes el agradecimiento de todos tus lectores. Un abrazo grande.
ResponderEliminarMe gusta mucho leer a San Juan de la Cruz, y el cántico en una noche oscura, es precioso, es el momento de la muerte, cuando el alma sale del cuerpo (con el sosiego de estar en paz) para reunirse con Dios.
ResponderEliminarEs interesante el siguiente enlace a "La noche oscura" recitada en español actual:
ResponderEliminarPoesía 'La Noche Oscura' de San Juan de la Cruz