Sabemos
que un retrato es una pintura principalmente de una persona. También
se entiende por retrato la descripción de la figura o carácter, es
decir, de las cualidades físicas o morales de una persona. En la
composición de un retrato domina la cara y su expresión y en él se
intenta mostrar la identidad, la personalidad e incluso el estado de
ánimo de la persona. Por lo tanto, también ─en una primera
aproximación─ él se refiere a la expresión plástica de una
persona a imitación de la misma, lo que ocurre en la pintura, la
escultura y la fotografía.
Siempre
ha habido detractores del retrato que lo han considerado un ‘arte
menor’ dentro de la pintura, argumentando que limita las
posibilidades creativas del artista, al exigir el parecido con el
sujeto del natural: quizá por eso algunos artistas se negaron a
practicar el retrato como, por ejemplo, Miguel Ángel. En realidad,
el retrato no es una mera reproducción mecánica de los rasgos tal
como pueda ser una mascara de cera modelada sobre el rostro o una
simple fotografía, sino que entra en juego ─para definirse como tal─ la sensibilidad del artista, que interpreta los rasgos según su
propia visión, y también la técnica y el estilo del arte de la
época en la que se encuentra.
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