Si
nos situamos poco antes de la década de los años 80 muchos
recordarán que nuestra existencia estaba rodeada de opciones muy
limitadas, normalmente teníamos dos entre las que elegir. ¿Pan de
pan o pan de Viena? Y no había más; igual sucedía con el color del
aparato de teléfono, o con los canales de la televisión,
¿recuerdan? VHF o UHF. A veces ─pocas─ había una tercera
opción: ¿vainilla, chocolate o fresa? Aquella sociedad podía ser
considerada como una sociedad de alternativas mutuamente excluyentes,
de gustos muy homogéneos que se podían satisfacer con una corta
oferta de productos.
Esto
tenía su clara proyección en la cultura, había entonces una
cultura alambicada, de "gurús" instalados, dirigida y de
límites estrictos. A partir de la década citada, las cosas tomaron
otro rumbo, se fue transitando hacia una sociedad caracterizada por
presentar opciones múltiples para todo, y todavía nos encontramos
en ese periodo de transición.
Por
supuesto, el arte no ha estado ajeno a estas turbulencias, sobre todo
el ámbito de las artes plásticas que siempre han estado en la
vanguardia cultural. El arte de hoy está singularizado por la
multiplicidad de opciones, no existen corrientes claramente
dominantes ni hay opciones mutuamente excluyentes. Bastaría
contemplar el panorama de la música clásica, en ella no existen,
prácticamente, escuelas de ningún tipo. Muchísimos compositores
siguen sus propias líneas y orientaciones personales, fieles a sus
propias musas. Si nos fijamos en las líneas interpretativas
musicales vemos que hay una diversidad impresionante. Podemos
observar también el mundo de la danza, en éste, el desarrollo de
distintos estilos y formas es abrumador.
Nos
encontramos en ese paréntesis, en la transición; aún habrá que
esperar un tiempo para ver cómo se produce una sedimentación y el
sistema se hace estable y podamos hablar de un período definido en
cualquiera de las artes; pero mientras, miles de artistas y cientos
de escuelas aparecen sin que broten nuevos líderes capaces de
gobernar la incertidumbre. Actualmente hay más creadores y artistas
que en ninguna otra época anterior, realmente no ha sucedido nada
semejante en el pasado. Esta alborotada actividad creativa, y la
estimulante variedad del arte de nuestros días tienen gran interés
porque son un perfecto reflejo de esa sociedad de opciones múltiples
en todos los ámbitos (arte, religión, diversión, familia,
trabajo...) a la que nos acercamos a buen paso, y a pesar de la
crisis en la que estamos inmersos.
Los
tiempos de transición son así, de cuestionamiento y cambios, de
retos, de oportunidades y posibilidades, de dudas e interrogantes.
Inciertos y prometedores pero con la exigencia de que tengamos un
rumbo claro, una nítida concepción y un buen mapa del camino que
tenemos ahí delante.
Este artículo fue publicado en el "Diario de Cádiz" el 13/12/2011 y no ha perdido nada de actualidad: ¿Pan de pan o pan de Viena?
Muy bonito e interesante. Totalmente de actualidad. Creo que actualmente nos movemos hacia un cambio. Parece ser que todo se inspira en lo diverso. Tal vez por eso ya no sabemos como es el auténtico sabor del pan; comemos tantas variedades que lo auténtico se diluye. Con política ocurre lo mismo. Hay tantas visiones micropoliticas que todas atacan a la auténtica. Pero aunque perdamos hojas, que las estamos perdiendo, lo que no debemos perder son nuestras raíces.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu excelente comentario. De acuerdo totalmente.
EliminarUn afectuoso abrazo.