Quería
desayunar pronto y regresar a casa antes de que apretase el calor. Lo
habían anunciado: no tomar el sol directamente, beber agua y esas
recomendaciones que suelen repetir incansablemente y que nadie
escucha. Dando el último sorbo al café llegó mi amigo; no sé si
me dio los buenos días, pero con amplia sonrisa me espetó:
─Supongo
que habrás escrito ya el segundo relato sobre el tiempo, ¿no? El primero fue demasiado breve, ¿no te parece? Y me dejaste alguna
pregunta por responder ─añadió.
Hice
algunos dobleces en el papel aceitado de los pocos churros que me
había tomado y le dije despacio:
─Sí,
lo sé. El clima,
el tiempo y
la meteorología,
¿era eso?
─Sí,
sí, pero me gustaría que hablaras algo de los huracanes, el otro
día vi una película sobre unos tíos americanos que se llaman
“cazadores de huracanes” que me dejó impresionado. Estos fulanos
son, por lo visto, especialistas en seguir a los huracanes y hacer
fotografías y películas del desastre que van dejando allá por
donde pasan.
─Me
parece que te refieres a los llamados “cazadores de tormentas”
que van en busca de los tornados. Los
tornados suelen ser muy espectaculares, aunque no están exentos,
también, de peligro. Pero hay que tener en cuenta que los tornados y
los huracanes son
fenómenos atmosféricos diferentes. En otra ocasión hablaremos de
ellos.
Enseñándole
las palmas de mis dos manos gesticulé queriendo indicarle que me
diera unos segundos de respiro, que parara un poco.
─¿Controlar
artificialmente? No, eso no es posible; podemos prever su
trayectoria, pero es imposible detenerlo, y tampoco desviarlo. Un
huracán desarrolla energías de muchos megatones, como de varias
bombas atómicas. Lo que sí se puede hacer, y se hace, es observarlo
en cada instante y ver su evolución con barcos, aviones, satélites
y así tener informada a la gente para que tome las oportunas
precauciones. Cuando el huracán se desencadena ya hay poco que
hacer; rezar, tal vez.
Mi
amigo puso cara de muy interesado, y dijo:
─Normalmente
se producen en América, ¿no?
─Desde
luego hay zonas más proclives a los huracanes fuertes y peligrosos
como América, en el Mar Caribe y en el Golfo de México, en
Australia, en el Golfo de Bengala y en otros lugares de aguas
calientes. Aparecen cuando la superficie de las aguas tiene una
temperatura de 27 grados o más. Conforme vamos subiendo en el mapa
las aguas son más frías y es muy raro que se puedan dar. Se sabe
que la mayoría de los huracanes, que se acercan a la costa este
americana, giran en redondo antes de llegar a ellas y acaban al norte
del Océano Atlántico convertidos en tormentas convencionales.
─Hay
un poco de lío con los nombres, ¿no? Tifones, ciclones…
Asentí
con la cabeza, añadiendo:
─Es
cierto, proliferan los nombres según los lugares. Tifón se utiliza
al oeste del Pacífico, baguio en Filipinas. Pero, básicamente, es
el mismo fenómeno, o sea un viento con enorme velocidad, que se
origina en los mares tropicales, que gira como un remolino y
transportando una gran cantidad de humedad; y que, por supuesto, si
se abate sobre zonas pobladas destruyen casi todo lo que encuentran a
su paso.
Mi
curioso amigo siguió preguntando impertérrito:
─¿Qué
es eso que se llama el “ojo del huracán”?
El
ojo del huracán es una zona, más o menos central, del fenómeno en
donde se dan las condiciones meteorológicas más suaves de los
ciclones tropicales fuertes. Suele ser aproximadamente circular y
tener un diámetro que está entre los 30 y 65 kilómetros. En el ojo
es donde la presión atmosférica es más baja, puede ser incluso un
15% inferior a la presión fuera de la tormenta. Digamos que es una
zona de relativa calma. Pero está rodeado por un anillo de
tormentas, que se llaman “convectivas” y que son terribles.
Me
quedé mirándolo fijo y dije:
─¿No
querías saber, solamente, que eran el clima y
el tiempo?
Barboteó
un poco contestando:
─Bueno…
pero…
─Mira…
El clima, definiéndolo de una manera sencilla, es lo que podríamos
denominar el estado medio de la atmósfera en
una región determinada. La Meteorología es simplemente la ciencia
del tiempo atmosférico y estudia las relaciones físicas en la
atmósfera terrestre.
─¿Y
“el tiempo”?
─Solemos
llamar tiempo al
estado de la atmósfera en un sitio determinado y en un momento dado.
Lo describimos mediante los llamados factores de tiempo que
son la presión, la temperatura, el viento la humedad, etc. ─le
contesté.
Terminé
diciéndole:
─Otro
día seguiremos, ¿te parece bien?
Ignacio
Pérez Blanquer
No hay comentarios:
Publicar un comentario