Son
muchos los que claman que estamos cerca de una “infoxicación”
universal. Este es un curioso término que se relaciona con las
expresiones de sobre-abundancia de información, o saturación de la
misma. Umberto Eco nos decía que Internet es un caos sin jerarquía y
que por la Red circulan gran cantidad de cosas en un maremágnum
incontrolable. Insiste que ese mejunje es mucho peor que la falta de
información, añadiendo que el exceso de información provocará una
especie de amnesia universal.
Otro
estudioso de estos temas, el escritor norteamericano Nicholas G.
Carr, llega más lejos. En su libro finalista del Pulitzer “¿Qué
está haciendo Internet con nuestras mentes?”. Carr analiza los
efectos perniciosos de la utilización abusiva de las tecnologías
actuales en la cultura y en nuestras mentes, concluyendo que Internet
provoca una considerable disminución de concentración y de la
capacidad de observación de la realidad, provocando posteriores
perjuicios en la memoria y sobre la capacidad humana de procesar
información. En realidad ─y apoyándose en estudios psicológicos
y neuronales─ Carr abunda sobre una argumentación que expuso en su
ya célebre artículo de 2008 ¿Está Google
haciéndonos estúpidos?
Sin
embargo ─y aunque se trate de un asunto un tanto manoseado─ el
impacto de Internet sobre nuestro mundo es algo de enorme interés y
actualidad. A grandes rasgos podemos decir que nos entusiasma la
tecnología que nos conecta, y que nos proporciona tremendas
facilidades para expresarnos. Pero de la misma manera percibimos que
hay una terrible sobrecarga de información que nos infoxica.
Esta abundancia impide que podamos
otorgar credibilidad a la información que nos abruma, y sumerge en
un mar de confusión; haciendo muy complicado el que podamos
discernir entre la buena y la mala información.
Pero
hay otra cara más oscura. ¿Propicia Internet una intoxicación
informativa? No nos cabe duda de que una información sobre-abundante
en una dirección implica marginar otros aspectos de la misma, quizás
más importantes, y más esclarecedores, pero menos convenientes para
quienes son proclives a llevar la información en el sentido que vaya
más en consonancia con sus intereses.
Otra
faceta ─mala─ de la intoxicación informativa mezclada con la
saturación, es la manipulación de temas triviales concediéndoles
mucha más relevancia de la que en realidad tienen para, con ello,
desviar la atención de asuntos más importantes para las personas y
para la sociedad en la que viven.
La
confluencia entre intereses políticos e intereses económicos dan
como resultado una saturación de información indigerible rompiendo,
y enmascarando, el binomio información/conocimiento, privándonos de
filtros de jerarquía y clasificación, envolviéndonos en datos
contradictorios e intoxicándonos de información.
Ignacio
Pérez Blanquer
Este artículo se publicó en el "Diario de Cádiz" el día 13 de octubre de 2015. (Infoxicación)
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