martes, 2 de junio de 2020

La crisis y la espera


     La crisis arroja como un lastre una serie de consecuencias que no tienen publicidad, no son aireadas por los medios de comunicación, ni son objeto de comentarios en la barra de ningún bar. Parece que todo el protagonismo se lo llevan los descensos y ascensos de las cifras macroeconómicas. Cierto es, que a veces, hay alguna voz ─clamando en el desierto─ que se alza respecto a los efectos de la crisis en los principios y valores de la sociedad o simplemente a la propia crisis de estos valores y estos principios.
     Pero quería referirme a algo más prosaico; a la espera. Ahora es muy corriente observar cómo se liga la crisis con la espera y es muy frecuente escuchar frases como: «Hay que esperar pues ahora con la crisis no es posible». La frase parece tener fuerza de dogma de fe e inmediatamente nos vemos obligados a retroceder en nuestros deseos o intenciones; imagino que aquel que nos espeta la oración, añade para sus adentros vade in pace, vete en paz, y se da un autocomplaciente guiño de ojos.
     Pedir algo a alguna instancia oficial implica recibir como respuesta una ─más o menos adornada─ retahíla de palabras con el eje crisis-espera.

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