¿Qué
pregunta le han planteado con más frecuencia en su vida? ¿Lo ha
pensado alguna vez? Hace un par de días me encontraba en esa lid
conmigo mismo, incluso hice una pequeña lista que después me ocupé
de ordenar, y la pregunta que puse primera de la lista fue: «¿Cree
posible que se pueda construir una máquina que sea capaz de
pensar?» Mi
respuesta ha sido invariable, y sin abrigar ninguna duda he
contestado siempre: definitivamente sí, sí creo ─no sólo─ que
se podrán fabricar máquinas que "piensen" sino que ya
están fabricadas desde hace tiempo. Claro, normalmente existirán
matices pues lo de "pensar"
no está absolutamente claro ("pensar" también es echar
pienso a los animales).
El
término "pensar" comprende actividades que se producen en
nuestro cerebro ─a veces ordenadas y a
veces desordenadas─ y describe las cogniciones que tienen
lugar durante el juicio, la elección, el establecimiento de
relaciones entre las ideas, el emprendimiento y la resolución de
problemas, el cálculo, la creatividad, la originalidad, la fantasía
y los sueños. Para facilitar esta tarea debemos estar
"programados" ─tanto humanos como máquinas─ con
palabras, con muchas palabras, con esas pequeñas metáforas que son
las palabras.
Entre
todas esas palabras que conforman nuestro léxico también tenemos
nuestros términos preferidos o vocablos que por diversas causas
utilizamos con harta frecuencia. Durante muchos años he utilizado la
palabra "calcular" y un día, después de un feliz hallazgo
en el diccionario empecé a alternarla con "suputar",
de idéntico significado.
Me
queda la duda de si sería admisible utilizar la palabra "suputador"
como sinónimo de ordenador o computador o "suputadora"
como sinónimo de calculadora.
No
es que la haya escuchado muchas veces, pero siempre la había
relacionado con algún adjetivo despectivo y descalificador y parece
que la intuición no me engañaba. De todas maneras les diré que el
último feliz encuentro con esta palabra ha sido en un libro de arte
para referirse a esos adornos de mal gusto que a veces pueblan
estanterías y mesillas y que algunos denominan ─de forma
supuestamente más fina─ bibelots, palabra
proveniente del francés que sí recoge nuestro diccionario.
Llama
la atención observar que la tercera acepción de garambaina: "letras
o rasgos mal formados y que no se pueden leer" es muy
coincidente ─en contenido semántico─ a la
tierna palabra, y llena de evocaciones infantiles: garabato.
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